FUENTE: PLENA INCLUSIÓN

  • Personas que en muchos casos no tienen un diagnóstico claro de su discapacidad intelectual y su trastorno mental asociado, sobremedicadas, con problemas bucales y de obesidad. Son los principales resultados que avanza el estudio POMONA-España.
  • Esta investigación, realizada sobre un corte de casi 1.000 personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, ha sido financiada por el Fondo de Investigación Sanitaria del Instituto de Salud Carlos III (Ministerio de Economía y Competitividad) y coordinada por Plena inclusión

Plena inclusión acaba de presentar los primeros resultados del Proyecto POMONA-España, un Estudio de indicadores de Salud en personas con discapacidad intelectual realizado sobre la base de una amplia y diversa muestra de 943 participantes con discapacidad intelectual.

En la presentación, realizada en Madrid, dos de los investigadores, Rafael Martínez y  Mª José Cortés, ha explicado las principales conclusiones que arrojan estos datos.

En primer lugar, sorprende la falta de información existente en los familiares, profesionales y otras personas cercanas que han participado en el estudio sobre aspectos básicos de la persona con discapacidad intelectual, como su cociente intelectual, estatura o peso. Junto a ello se ha detectado que el diagnóstico de la discapacidad intelectual se realiza en gran número de ocasiones (un 34,6%) en base solamente a una impresión clínica (frente a un 19 y 20% que se realizan respectivamente por prueba estandarizada y certificado de minusvalía). En un 25% de los casos ni siquiera se puede contestar a cómo se ha realizado el diagnóstico, y en un 60% el propio origen de la discapacidad es desconocido. Tanto en el ámbito de centros de atención general como en los especializados en salud mental, un importante número de personas (29% y 75% respectivamente) presentan trastorno mental asociado a la discapacidad intelectual. De ellos más de un 20% son trastornos de conducta y otro 20% psicosis.

Respecto a hábitos de salud, cabe destacar que un 25% las personas con discapacidad intelectual estudiadas presentan dolor bucal y de ellas un 18% no acude al dentista pese a ese dolor. También destaca el amplio índice de obesidad que presentan (un 30% frente al 22% de la población general).

En relación a los tratamientos médicos y farmacológicos resulta preocupante la importante cantidad de mujeres (un 60%) que nunca se han realizado una mamografía, habida cuenta de que esta resulta una prueba fundamental en la prevención de patologías tan graves como el cáncer de mama. También el hecho, asociado a la alta prevalencia del trastorno mental asociado, de medicación psiquiátrica (que supone más del 65% de toda la prescrita). También llama la atención la sobremedicación general, ya que el 84% de las personas investigadas toma medicación diariamente y la media diaria de medicamentos supera los 4 diferentes. Un 19% de estas personas medicadas toma 7 o más medicamentos al día. Los investigadores afirman que se emplea un alto número de fármacos anticonvulsivos y neurolépticos como medida de control conductual, “por lo que sería preciso elaborar una guía de medicación en personas con discapacidad intelectual con pautas claras basadas en la evidencia”.

Para finalizar, entre la población con discapacidad intelectual investigada prevalecen enfermedades como los problemas bucodentales (47%), alteraciones del lenguaje (38%) y estreñimiento (31%).

El estudio ha sido inanciada por el Fondo de Investigación Sanitaria del Instituto de Salud Carlos III (Ministerio de Economía y Competitividad) y coordinado por Plena inclusión junto a la Fundación Villablanca y Sant Joan de Deu. La muestra del estudio ha recogido personas con mayores y menores necesidades de apoyo, de todas las edades y de ambos géneros, que viven en residencias o en ámbito comunitario. En todos los casos la investigación ha contado con personas informantes que han facilitado información específica de cada persona con discapacidad.

POMONA-España nos proporciona un conocimiento científico más profundo de las necesidades de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, que permitirá a Plena inclusión planificar, promover y reivindicar acciones y políticas que sirvan para mejorar la atención sanitaria a este colectivo y reducir sus desigualdades en el ámbito de la Salud, ya que la actual falta de información sobre su estado de salud tiene gran impacto en la formación que reciben los profesionales y en la fiabilidad de los diagnósticos y tratamientos que proporcionan.

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