En 2015 la Asociación Española de Fundaciones Tutelares (AEFT) cumple 20 años en la defensa y protección de los derechos de las personas con discapacidad intelectual.

Josep Tresserras, miembro de la Junta Directiva de la Asociación y director-gerente de una de las entidades fundadoras de la AEFT, repasa en la siguiente entrevista cuáles han sido los principales retos a los que se han tenido que enfrentar las Fundaciones Tutelares desde que en 1983 fuese aprobada la reforma del Código Civil en materia de tutela.


Josep Tresserras Basela es director-gerente de som – fundació catalana tutelar Aspanias desde  el año 1991 y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Fundaciones Tutelares (AEFT) desde 1995 (año de creación). Además es miembro de la Comisión de Asesoramiento y Supervisión de las personas jurídicas sin ánimo de lucro que tengan atribuida la tutela de menores o incapacitados; de la Generalitat de Catalunya desde el año 1994, pertenece a la Junta Directiva de DINCAT (federación catalana de FEAPS) como vocal de la Sectorial de tutelas desde 2007 y es Presidente de I’ERESS (Espacio de Reflexión Ética en Servicios Sociales), también de DINCAT.


Pregunta: Som – fundació nace en el año 1987 con la misión de defender los derechos de las personas con discapacidad intelectual con la capacidad jurídica modificada en Cataluña, convirtiéndose así en una de las primeras entidades privadas destinadas a prestar apoyos tutelares.
A medida que esta Fundación va creciendo, otras instituciones homólogas se desarrollan de manera similar en el resto del país.

Como gerente de una de las primeras Fundaciones Tutelares en España, ¿cómo describiría el ámbito de la tutela ejercida por este tipo de entidades en sus inicios?
Respuesta: En los inicios teníamos muy buenas intenciones y mucha voluntad, y al mismo tiempo un gran desconocimiento de lo que representaba el ejercicio de la tutela. También había un gran desconocimiento por parte de la sociedad y de las Administraciones que deberían dar apoyo y reconocer la labor que estábamos iniciando.
Haciendo un ejercicio de memoria, recuerdo que cuando íbamos a negociar con la Administración Pública no entendían lo que les planteábamos. En sus esquemas funcionales, las entidades de apoyo a las personas tenían centros donde las personas eran y son atendidas. Cuando se les planteaba pedir apoyo económico, y se les decía que no disponíamos de centros y que, además de trabajadores sociales, se necesitaban apoyos de contables y abogados, no nos entendían. Podríamos decir que éramos un servicio extraño que intentaba abrirse paso y que, al mismo tiempo, desconcertaba por ser desconocido.

Éramos un servicio extraño que intentaba abrirse paso y que, al mismo tiempo, desconcertaba por ser desconocido.

Igualmente,  los juzgados que nos derivaban las tutelas tampoco sabían cómo proceder. Anteriormente, nunca nadie había rendido cuentas; los funcionarios judiciales tenían tan poca experiencia como nosotros. No fue hasta la creación de juzgados especializados cuando se fue concretando y perfilando cómo deberíamos actuar todos.
Recuerdo que en nuestro caso, cuando la Administración Pública –a medida que íbamos asumiendo tutelas– no respondía con el apoyo económico correspondiente al trabajo que realizábamos, desde la Fiscalía de Barcelona –que ya contaba un fiscal coordinador en temas de incapacidades– nos apoyaron muchísimo. Aprovecho para agradecerlo públicamente.

P.- Algunas de las Fundaciones y de los profesionales que componen la Asociación tienen más de 30 años en el ámbito de la tutela. ¿Cómo describiría su evolución durante este largo recorrido?
R.- Creo que en estos años hemos ido creciendo todos y descubriendo lo que significaba el ejercicio de la tutela. Como hecho importante, destacaría que de entrada ni los propios fundadores (los padres unidos en asociaciones) pensaron en crear las fundaciones o entidades tutelares para dar respuesta a la pregunta: “¿Quién se ocupará o cuidará de nuestros hijos cuando nosotros faltemos?”. De hecho, los hijos de estos padres eran jóvenes y, lo que crearon fueron entidades para un futuro más bien lejano. Y la realidad emergente fue que las tutelas que las entidades aceptamos inicialmente eran de personas con discapacidad provenientes de familias desestructuradas y de tutelas de menores.

Las tutelas que las entidades aceptamos inicialmente eran de personas con discapacidad intelectual provenientes de familias desestructuradas.

Podríamos decir que durante años hemos cubierto una necesidad social, no contemplada y desconocida hasta esos momentos.
Otro punto a destacar de esos orígenes es la creatividad que teníamos que tener para echar a andar las entidades nuevas, sin tener ningún referente al respecto en el entorno y siendo conscientes de la responsabilidad que teníamos en no equivocarnos; pues las nuevas entidades que iban naciendo, iban siguiendo el modelo organizativo que nosotros experimentábamos. Creo que esto aún sigue ocurriendo.

P.- Usted, como gerente de Som, presenció la gestación y el nacimiento de la Asociación Española de Fundaciones Tutelares (AEFT), ¿cuáles eran las motivaciones que formularon los inicios de la Organización?
R.- Al inicio se tenía la necesidad –por lo novedoso– de conocer qué era lo que los demás planteaban y cómo se iban organizando. Podríamos decir que las primeras reuniones fueron de tanteo. Inmediatamente se vio la necesidad de unirnos para poder colaborar entre todos y, al mismo tiempo, poder presentarnos como un grupo de entidades que juntas podíamos dar a conocer la labor que nos había sido encomendada; tanto ante la sociedad, como ante las entidades prestadoras de servicios que, en los inicios, nos veían como competidores y con un cierto recelo.

Las entidades prestadoras de servicios nos veían al inicio como competidores y con un cierto recelo. Nos veían como inspectores críticos a su labor.

Esto sucedía porque, en lugar de vernos como cooperadores necesarios para conseguir el bienestar de las personas, nos veían como inspectores críticos a su labor.
Por tanto, como motivación, podríamos decir que, además de unirnos y unificar las ideas y ayudar al nacimiento de nuevas entidades, también estaba la motivación de dar a conocer nuestra labor como cooperantes necesarios para conseguir el bienestar y la buena calidad de vida de las personas.

A las Fundaciones Tutelares que promovimos la creación de la AEFT nos motivaba dar a conocer nuestra labor como cooperantes necesarios para conseguir el bienestar y la buena calidad de vida de las personas.

Se trataba de dar a conocer nuestro trabajo a la sociedad y a la administración. Es bueno recordar que en esos momentos no existía ninguna entidad pública de tutela de adultos, lo que suponía comenzar de cero y dar a conocer el trabajo que empezábamos a realizar en todos los ámbitos: a las Administraciones, al sector de la discapacidad y a la sociedad en general.

P.- Este año la AEFT cumple 20 años trabajando en la defensa y promoción de los derechos de las personas con discapacidad intelectual. ¿Considera que durante este recorrido la Asociación ha cumplido con su misión?
R.- Creo que se ha tenido siempre claro cuál era la labor que nos correspondía: defender los derechos de las personas.

Siempre hemos tenido clara la labor que nos corresponde: defender los derechos de las personas.

El ser miembros de AEFT nos ha ayudado a poder discernir: como entidades tutelares defendemos los derechos particulares de personas concretas frente a terceros. La AEFT, como asociación de segundo nivel, nos ayuda a difundir nuestra Misión y, al mismo tiempo, universaliza nuestra Misión particular en la Misión de un colectivo; teniendo en cuenta que las Fundaciones Tutelares y la AEFT tienen misiones distintas.

P.- ¿Cuáles son los principales logros que se han alcanzado a través de la labor realizada desde la Asociación?
R.- La AEFT ha logrado mucho: de ser una entidad desconocida a ser una entidad conocida con un posicionamiento claro. A nivel interno, se ha creado una red importante de entidades con unos puntos ideológicos en común que nos identifica en el Sector.
Además, creo que para entidades tutelares de otros sectores y las entidades públicas también la AEFT se ha convertido en un referente.

La Asociación Española de Fundaciones Tutelares ha logrado mucho; se ha convertido en un referente.

P.- 6. En la actualidad la AEFT y las Fundaciones Tutelares se encuentran en un escenario incierto, ¿cómo diagnostica el futuro?
R.- Como bien dices, el futuro es incierto, pues con la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad debemos estar muy atentos, dado que afecta directamente a nuestra manera de actuar. Diría que, en esenci, haremos el mismo trabajo: “la defensa de los derechos individuales de personas particulares”, pero el cómo hacerlo va a cambiar y mucho.
Aunque en parte, con convicción, ya demos apoyos a las personas, acabaremos siendo entidades de apoyo en la toma de decisiones de las personas. Camino que tímidamente ya habíamos iniciado. Esto afectará tarde o temprano, incluso, a nuestra denominación.
También se está dando un cambio en los perfiles de las personas a las que venimos atendiendo, con lo cual debemos aprender a anticiparnos a ello para poder atender mejor a las personas y ser muy flexibles dentro de nuestras organizaciones para ir adaptándonos.

En el escenario incierto que estamos viviendo, debemos aprender a anticiparnos a los cambios para poder atender mejor a las personas y ser muy flexibles dentro de nuestras organizaciones para ir adaptándonos.

P.- Y en concreto, ¿cómo augura el devenir de las Fundaciones Tutelares teniendo en cuenta los distintos modelos de financiación en función de la Comunidad Autonómica en la que esté ubicada?
R.- Indistintamente de los modelos de financiación, la crisis económica ha hecho y nos hace replantearnos nuestro trabajo. En parte, como Sector, nos tenemos que plantear poder rebajar la dependencia que tenemos la mayoría de entidades del apoyo económico de la Administración Pública. Al mismo tiempo, a causa de la situación de crisis económica, debemos reivindicar nuestro papel de entidades nacidas y con vocación de servicio a la sociedad para su mejora; hecho que debe ser reconocido por las Administraciones y la sociedad, y financiarlo en su justa medida. Creo que entre todos tenemos la obligación de buscar fórmulas para atender a más personas con menos recursos.

Las distintas Administraciones deben cumplir con la obligación que les corresponde de apoyar económicamente a aquellos operadores que hacen su trabajo, y –al mismo tiempo– les ahorra dinero.

Deberíamos tender hacia un modelo único de atención y cada Comunidad establecer unos mínimos exigibles, aunque puedan existir diferencias en función de los convenios que las distintas Administraciones establezcan con las entidades de su zona de actuación. No olvidemos que estamos en un estado autonómico y en servicios sociales las comunidades tienen competencia. Pero mantengo que un mínimo común debería existir.

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